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Cuál es el mejor momento para adoptar a un cachorro de perro

Si estás pensando en comprar o adoptar un cachorro, debes tener en cuenta que no debe ser un proceso rápido ni impulsivo, sino meditado. Por ello, y antes de entrar en una serie de artículos a modo de consejos que puedan ayudarte en el proceso para ampliar la familia, vamos a darte la primera máxima que debes conocer: no se debe tener un cachorro antes de dos meses de edad.

Aunque a priori hay muchos consejos y consideraciones que puedan parecernos banales, o fruto de un excesivo celo, o concienciación de los amantes de los cánidos, años y años de estudio nos permiten avanzar en la relación del ser humano con el que es, sin duda alguna, su mejor amigo.

Por ello, a día de hoy, debemos tener claro que para que un perro sea perro en todo su ser, debe criarse como tal. En este artículo no hablamos de algo tan básico como la lactancia, sino del vínculo materno y la educación que proporciona la madre a sus cachorros.

Por desgracia, los peludos no pueden hablar, pero se comunican con nosotros de diferentes maneras, y el estudio y la observancia de dichos comportamientos han dado resultados positivos en la convivencia humano-perro.

Igual que decimos que un niño es una “esponja”, estos animales aprenden por imitación, además de recibir una educación directa de su madre, mediante gruñidos, marcaje, “zarandeos”… A este aprendizaje debemos sumarle el que recibe de sus hermanos de camada. Este entorno familiar es la primera y más importante impronta que recibe el cachorro en sus primeros meses de vida, un desarrollo de sus sentidos y conducta que, aunque no es inflexible, ya que también influyen condicionantes educacionales posteriores o el propio carácter innato del cachorro, sí que marcará la futura personalidad del cachorro.

Perfecto, pero, ¿por qué no debo adoptar a un perro cuando aún es un cachorro?

Es en este periodo al que hacemos referencia, no sólo la socialización (ya hablaremos de ella y de su importancia en próximos artículos), sino el desarrollo conductual y de aprendizaje pueden ayudarnos a evitar comportamientos inadecuados en la juventud y madurez de nuestro perro.

La impronta es un proceso en gran medida innato y casi irreversible (pueden ser modulables con esfuerzo y las adecuadas técnicas de modificación de conducta), por el cual el cachorro aprende a reconocer, seguir y “emular” al primer ser vivo adulto que pueden considerar un modelo.

Es por esto que es tan importante el periodo relacional con la madre y los hermanos, ya que si esta impronta se realiza con el ser humano (impronta heteroespecífica, cuando es con una especie que no es la propia), comienzan los problemas, principalmente de conducta en perros adultos.

Como decimos, en estos dos meses aproximados, el cachorro aprende a ser perro, absorbe información y aprende de su madre y hermanos aspectos como la inhibición de la mordida o mordida blanda. El pequeño aprende mediante el juego, por ello, cuando lo hacen de manera “bruta” o mordiendo más de lo que se debe, sus hermanos y madre se lo hacen saber mediante una reprimenda. Esos gruñidos y “dentelladas” no son más que una manera de reñir a sus cachorros, lo que provoca una causa-efecto casi inmediato por el cual la cría sabe dónde está el límite.

Imaginemos entonces un perro que no ha tenido, ni conoce límites porque fue acogido por una familia a los pocos días de nacer y, además, dicha familia no ha sabido llenar las carencias de conducta y aprendizaje del cachorro… Esto dará como resultado casi seguro un joven can con problemas de territorialidad, agresividad, reactividad, etc.

Consecuencias de no desarrollarse dentro de la camada

Además de la ya sabida mala inhibición de la mordida, las consecuencias de un perro sacado de su camada antes de lo debido son innumerables, ya que son seres vivos y pueden focalizar el problema de múltiples e inesperadas formas, aunque sí conocemos algunas de ellas.

Uno de los problemas más preocupantes e incómodos para el propietario es tener un perro reactivo. Este tipo de perros son los que manifiestan problemas de conducta, que suelen confundirse con la agresividad. Este problema se debe a que el dueño no sabe interpretar las necesidades de su perro y, en muchos casos, el animal cambia su actitud de manera radical cuando se le pone la correa, ladrando y lanzándose a cualquier ser vivo que se acerque.

Nota: A modo de consejo, es importante reseñar que nuestro “amigo” no conoce nuestro idioma, pero si manifiesta o interpreta señales. Si no somos capaces de socializarlo y cada vez que vemos a otro perro tensionamos la correa y mandamos señales negativas, el perro interpretará a su congénere como una amenaza, siendo el momento correa-paseo un calvario en muchos casos.

En definitiva, un perro reactivo es el que muestra una conducta extrema respecto a algunos estímulos, ya sea ladrando, gruñendo, tirando de la correa, con actos repetitivos e impulsivos…

Otro de los problemas que podemos tener al separar a un cachorro antes de las 8 semanas es la agresividad con los de su especie (no confundir con la reactividad), siendo para ellos los humanos los seres con los que identificarse.

Este tipo de agresividad es provocada por una disfunción en la identidad canina. El perro ha tenido una impronta con un humano y, ya que como decimos parte de su aprendizaje es por imitación, no han tenido un modelo de su especie de quien aprender el significado de determinados actos y lenguaje. El perro no sabe que es un perro.

En este sentido, gran parte de la agresividad no es otra cosa que miedo y el desconocimiento de sus propios orígenes…

No menos importante es el tema de la monta y reproducción. Los perros con este tipo de problemas suelen presentar patrones de conducta sexuales con humanos, pero sin embargo no son capaces de realizar y aceptar la monta de sus congéneres, dificultando la reproducción y, por ende, un patrón de conducta natural.

La socialización de nuestro cachorro

Y por supuesto no podemos olvidar, aunque requiera un artículo a parte, la socialización del perro. La socialización es algo a trabajar durante la vida de nuestros peludos, pero sobre todo cuando es un cachorro y perro joven. Una mala socialización (o nula en el caso que nos atañe), puede ser una de las razones que dan como resultado un perro “introvertido” y miedoso. Este miedo produce en el perro una sensación de inseguridad que provoca que el perro ataque antes de ser atacado.

Así que ya sabéis, conseguir un perro sociable con otros perros y niños debe ser uno de nuestros principales objetivos, nos ahorrará problemas y disfrutaremos mucho viendo a nuestro perro divertirse de forma sana con los de su misma especie.

Una vez hecho este sencillo análisis, es necesario abrir paréntesis. Todo esto es necesario llevarlo a cabo cuando es una opción, cuando queremos adquirir un cachorro… Hablamos de las exigencias mínimas que debemos tener con el criador.

Pero en caso de recogida, adopción o cualquier circunstancia que ayude a un animal en situación de desamparo, merece todo el agradecimiento por nuestra parte (todo el equipo humano de CiberMascotas), entendiendo que la acogida con menos de dos meses obedece a unas circunstancias de fuerza mayor y requerirá de nosotros, simplemente, un mayor esfuerzo o ayuda profesional para suplir las carencias de nuestro nuevo mejor amigo.

A pesar de ser un tema lo suficientemente importante y amplio como para hacer una tesis, con este artículo esperamos simplemente ayudarte en el objetivo de una cría responsable y esperamos, desde CiberMascotas, haberte concienciado si en un futuro más o menos lejano adoptarás un perro cuando aún es un cachorrillo.

No lo olvidemos, va a ser un miembro muy importante de nuestra familia…

¡Guauuu!

CiberMascotas
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